La Sede de La Paz de la Universidad Nacional de Colombia está ubicada en el municipio La Paz, departamento del Cesar, a 15 minutos de Valledupar. Una vez culminada la construcción de la primera fase, a inicios de noviembre de 2018 las directivas de la Universidad plantearon el encargo de la señalización y la gráfica ambiental de la sede con miras a su inauguración y puesta en marcha en el segundo semestre de 2019. Desde la Vicerrectoría de la Sede se plantearon varias consideraciones y requisitos. Se buscaba que la sede fuera reconocida como un espacio dedicado a la preservación de la vida en un sentido tanto ecológico como socio-cultural. La selección de los programas de pregrado que allí funcionan soportan esta impronta: Biología, Estadística, Geografía, Gestión Cultural y Comunicativa, Ingeniería Biológica e Ingeniería Mecatrónica. En cuanto a cobertura, la sede recibe una amplia diversidad de aspirantes. Muchos de ellos hacen parte de comunidades indígenas de la Sierra y de la costa norte colombiana. Muchos también han sido víctimas del conflicto armado. En términos prácticos se requería el planteamiento de la codificación lógica de los espacios, de modo que los aspirantes y futuros estudiantes pudieran encontrar con facilidad sus respectivos salones -lo cual resulta especialmente crítico durante la presentación de exámenes de admisión-. En un sentido paisajístico se quería aprovechar la implementación de la señalización para aportar color a los edificios, cuya arquitectura bioclimática de volúmenes contundentes en concreto a la vista resultaba demasiado gris. Los grandes frentes acristalados, por otra parte, eran obstáculos transparentes para las aves de la zona y debían resolverse desde la gráfica ambiental para ofrecer un mínimo nivel de privacidad tanto en aulas como en oficinas. Finalmente, se esperaba que la implementación fuera económica y ágil. Es decir, el proceso de diseño y producción debía resolverse durante el primer semestre de 2019.
La señalización de la Sede de La Paz tuvo como inspiración el territorio en que se ubica -el norte del Cesar-, su riqueza natural y la expresión de su gente. Se plantearon cuatro conceptos guía para el diseño que surgieron de hibridar las expresiones territoriales con las lógicas del trabajo académico y científico propios de la universidad: Diseño generativo. A partir de este concepto se desarrollaron texturas y patrones basados en las grecas de mochilas arhuacas y wayuú. Éstas a su vez se emplearon como texturas de fondo para la numeración de edificios. Tales fondos se produjeron mediante un código que cruza la greca con un fractal, generando así manchas distintivas de color que en la experiencia de recorrido por el campus van desplegando su filigrana matemática. El muro como lienzo. La arquitectura con grandes muros y columnas se mostró como un sustrato ideal para la señalización. Muy temprano en el proyecto se decidió pintar directamente las superficies en lugar de elaborar señales que luego necesitaran algún sistema de anclaje. De esta manera se daba alcance al requisito de una producción ágil y económica. Stencil académico. Optar por intervenir los muros directamente permitió combinar un imaginario de la vida universitaria (la cultura del graffiti), con la ilustración científica. Esta hibridación de lenguajes fue uno de los aspectos relevantes que la comunidad académica de la universidad destacó en este proyecto. Tipografía ambiental. Se buscó destacar el uso de la fuente institucional Ancízar. El tipo de aplicación requirió el desarrollo de una nueva versión: Ancízar Stencil que incluyó una familia de pictogramas. Pazifika fue otra fuente sucedánea necesaria para la programación generativa de las grecas mencionadas anteriormente. La estrategia de soportar los elementos de diseño en la tipografía refuerza el carácter institucional a la vez que ofrece elementos distintivos basados en la cultura de la región.