El complejo hospitalario San Juan de Dios en Bogotá se encuentra próximo a cumplir quinientos años de existencia. A pesar de su relevancia histórica, en 2001 al hospital le cortaron de forma definitiva el servicio de luz. Como un designio de ocultamiento, el gesto de desconexión al sistema eléctrico venía acompañado de una imposición de oscuridad. En las páginas de esta publicación, el acto de develar lo oculto se encuentra latente. Se trata de una reflexión que planteada desde el equipo de investigación y el Sello editorial del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), propuso generar conversaciones desde el espacio, la cartografía, el contexto histórico, el entramado social que aún sostiene al lugar y sus edificios de carácter patrimonial. Lejos de buscar generar una narrativa oficial y exclusiva para especialistas, la edición tuvo como propósito crear puentes con la ciudadanía, el pasado, el presente y los posibles futuros del San Juan, desde una perspectiva patrimonial. La acción de develar implicó que los autores se adentraran a esa suerte de sombra a la que quiso someterse al hospital y que de forma conjunta con el Sello editorial se dirigiera un foco de luminosidad a los vacíos, los corredores, los objetos y las señas que ha dejado el tiempo, el agua, y las personas en sus paredes. En las páginas que comprenden este título, esa acción de hacer visible lo que ha estado en la penumbra, se manifiesta a través de las fotografías, los textos de los álbumes y el diseño del libro, que constituyen una invitación íntima a imaginar de una manera sensible y prácticamente táctil, la vida que un día colmó estos espacios. Desde el ámbito de una entidad pública cuyo sello editorial opera sin ánimo de lucro a favor del patrimonio cultural, la apuesta de esta guía crítica ha sido la de visibilizar el Hospital, las narrativas colectivas y las huellas materiales que brindan destellos -aún desde el abandono y el deterioro-.
A través de la imagen de una puerta entre abierta, la portada invita a adentrarse al Hospital. Para seguir accediendo al interior, la contraportada se despliega, mientras que quien lee, es interpelado por fotografías de otros accesos y paredes desgastadas que dan cuenta del abandono del lugar. Las imágenes como lenguaje sensible y táctil, fueron usadas con generosidad en formato ampliado a lo largo del libro, para dar luz a los rincones ensombrecidos del lugar. Dado que el manuscrito de la publicación comprendía distintos tipos de textos -reseñas, cartografías, álbumes y ensayos literarios-, se generó un sistema de convenciones gráficas para situar la lectura de la guía. Estas convenciones se presentan acompañando cada título del texto, así como en la tabla de contenido. De igual manera, los capítulos fueron diferenciados por la paleta de color extraída de las fotografías del lugar. La retícula está compuesta por 7 columnas lo que permite una disposición versátil de textos (de una, dos y tres columnas dependiendo de la convención textual) e imágenes. Las tipografías utilizadas fueron Cartograph CF, una fuente monotype que resalta la cartografía que enruta la publicación y la familia Barlow, que crea un contraste visual en su versión light con la serifada mencionada. Ambas son sobrias y rectas en correspondencia al tono de la investigación. Las cornisas que se incluyen como brújula visual se utilizan también en las portadillas. Desde un Sello Editorial inscrito en una entidad pública, y atendiendo a medidas de austeridad del gasto y restricciones técnicas (máximo 4 tintas, no usar pasta dura, papeles especiales y evitar desperdicio de papel), se planteó la implementación recursiva de un colaminado extendido en contraportada. El diseño toma distancia de un carácter institucional-formal así como de ciertos prejuicios sobre el patrimonio y lo público, para recurrir a una apuesta atractiva que desde lo gráfico busca generar vínculos entre públicos amplios y Bogotá.