La colección “Isla de Salamanca” se inspira en el lugar que le da su nombre. Este conjunto de islas pequeñas separa la Ciénaga Grande de Santa Marta del Mar Caribe Colombiano y fue formado por un proceso de sedimentación en una antigua bahía del Río Magdalena. Esto dio lugar a un ecosistema anfibio donde las aguas dulces y saladas se mezclan con sedimentos y tierras, creando un equilibrio perfecto en el que los mangles son los protagonistas. Esta colección surge con el objetivo de conectar a las personas con este maravilloso ecosistema, a través de joyas que invitan a la contemplación de aquellos detalles que, como muchos de nuestros paisajes, desconocemos. Queremos contarles la historia de este lugar para enamorarlas e inspirarlas a cuidar los tesoros de la naturaleza que nos rodea, para así poder tener un gran Atlas de Colombia contado a través de nuestras joyas. Nuestras joyas son para aquellas personas que buscan pequeños tesoros en su día a día, que valoran los objetos bellos con una historia significativa y un propósito mayor detrás. Queremos ofrecer a nuestros clientes piezas únicas; pequeñas obras de arte fabricadas a mano, que llamen la atención con su diseño contemporáneo, de formas y materiales que se salen de los paradigmas de la industria. Para el desarrollo de esta colección, realizamos una investigación preliminar sobre el ecosistema. Nos enfocamos en entender sus características físicas, biológicas y ecológicas. Posteriormente, llevamos a cabo una expedición al PNN Isla de Salamanca de la mano de guías locales expertos en la zona, donde nos acercamos a este lugar a través de los lentes de un explorador que se deja maravillar y cautivar por lo que encuentra a su paso; dejando ser a cada objeto, forma, material y ecosistema, lo que debe ser. La inmersión en el ecosistema es la parte más importante de nuestro proceso creativo, pues es de donde surge el concepto de la colección que resalta lo más significativo de nuestra experiencia.
Esta colección está inspirada en cómo las raíces de los mangles se entrelazan en un pacto de supervivencia ante el vaivén del mar y las arenas movedizas. Cada uno sostiene al otro, unidos por la necesidad de resistir a la transición de las aguas, la tierra y el viento. El equilibrio de cada mangle depende de su anclaje en los demás, y juntos crean una red compartida e interconectada que los mantiene firmes y adaptables al terreno cambiante. Nos encontramos en una constante exploración de materiales y procesos que nos permitan reducir nuestro impacto ambiental, al igual que resignificar lo que es una joya. Es por esto que utilizamos vidrio de borosilicato soplado a la flama; una técnica artesanal que buscamos rescatar al implementarla como un material no convencional en la joyería. De igual manera, utilizamos únicamente Plata Ley 950 reciclada de radiografías, lo que nos permite reducir en hasta dos terceras partes nuestra huella de carbono anual, en comparación con la fabricación de joyería con metales obtenidos de la minería. Para esta colección quisimos ir un paso más allá en el uso del vidrio y desarrollar formas donde los nudos, el entrelace y la dimensión fueran protagonistas y crearan combinaciones de color únicas que asemejan cada pieza al paisaje de este ecosistema. Queremos que nuestras joyas recuerden esta estructura entrelazada en donde cada pieza, única y resistente, cautive la atención de quien la mire. Como parte de nuestro propósito, con la compra de cada ejemplar de esta colección, aportamos activamente a la restauración de manglares en las costas del Caribe Colombiano en alianza con la Fundación BATIS, a través de su programa Adopta un Mangle. Con este programa apoyamos la reforestación de este ecosistema, a través de la siembra de mangles que crecen en viveros hasta alcanzar el tamaño adecuado para ser trasplantados a su habitad natural, devolviendo así la vida y resiliencia a este ecosistema.